Algo me decía que no debía involucrarme, que no debía ceder a esa tentación. Una caricia de manos que llevó a otra, también llevó a besos y abrazos que desencadenaron un sensual y largo romance. Me dejé contaminar de su erotismo, ese que enmascaraba sus tendencias vengativas, hasta las narcisistas y las sociópatas.
Ese erotismo, esa sensualidad, en su seducción, supuestamente habiendo encontrado algo de paz interior, revelan que sus acciones de hoy en día, que esas tendencias eran para aprender a acomodarse en dinero, otras toxicidades y más, a través de su insaciable voracidad. Supuestamente es feliz, supuestamente conoció lo que es amar plenamente. No sabe lo que es amar, por eso dulcemente contamina, enferma, consume y desecha.
Hay muchas personas así, que hasta han estado en posiciones de poder, que quizás aún siguen con buenas influencias, queriendo dominar al mundo, queriendo reducirlo a diestra y siniestra a solamente ellos, porque no saben hacer otra cosa, solo esas sus nefastas acciones acumulándolas cual trofeos.
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