martes, 17 de octubre de 2017

¿De intuición racional?




Alguna vez alguien me preguntó sobre el por qué me fui a Belice para estudiar la secundaria. En ese momento, tenía doce años, y, sorprendentemente, a mi familia le pareció buena idea, sobre todo por aprender más del inglés, pues un año antes, en dos meses había aprendido algo de lo básico de ese lenguaje. No sé quiénes llegaron a imaginarse que el "por qué" no tenía nada que ver con aquella decisión, sino que el "para qué" sí lo fue el todo. Era para evitar tantísimo de lo que ya había vivido, así que en combinación con el inicio de la loca y caótica adolescencia, en Belice estudié la secundaria, sí, el high school, en un son de otro mundo que años después me serviría sobremanera. Así que, ése "para qué", no tenía nada que ver con mi pueblo natal, que para ése entonces, no estoy seguro si ya le habían asignado la categoría, por definición, de ciudad, pero sí estaba relacionado con ese aspecto intuitivo de supervivencia por tanto caos y desmadres ajenos a mi.

Tanto de aquello, en ese crecer, con tanto de lo de hoy y del "hoy", el violentar solamente cambió de nombres, de alguna que otra faceta inesperada, gracias a la ceguera del corazón, mas no por la visión y atención de la intuición, que precisamente me resulta en un constante recordatorio de las consecuencias de cada decisión que he podido tomar por mi propia cuenta, versus las decisiones tomadas por mí. Sí, ciertamente tengo la seguridad de que en los casos acertados, la intuición se ha conjugado bien con el razonar, en formas tales que no tengo la más mínima idea de si algún día lo podría describir. La intuición ha tenido mucho aprendizaje, quizás con más insistencia en hacerse notar en el presente, con merecida atención de escucharla y razonarla, con cada situación complicada que ha surgido, que a veces ha sido una reacción inmediata, y en otros con una reacción retrasada. No hay fórmula mágica, ni con el resistir en el vivir, porque con tanta muerte, solo la muerte puede. Pero, con la vida, cuando la voluntad y la esperanza danzan, puede ser que se arme una fiesta de explosivo vivir. La muerte, tal cual, siempre hace lo que se le antoja con esa finalidad, pero la vida es más diversa y compleja. No cualquiera genuinamente vive.



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