lunes, 16 de noviembre de 2015

De huellas, con y sin palabras...


A veces me he encontrado en recuentos de tanto de mi vida, así que en lo que va de este momento, que también es la vida misma, me surgen cuestionamientos de lo que puede ser querer versus merecer. Ciertamente, a veces he querido mucho, a veces demás, a veces demasiado, todo, sin merecer. En otras ocasiones es a la inversa. Pese a que parece lineal, ojalá lo fuera, porque eso simplificaría más el raciocinio, pero es multidimensional. Dentro de todas esas múltiples dimensiones en lo que es vivir, lo fascinante es haberme encontrado entre ciertas sorpresas fotográficas que, aunque no he querido y/o esperado, se me han dado. No sé si las he merecido, pero sí que han hecho vibrar mi corazón. No es por algún amor fallido, o romance fallido que no trascendió, no tiene nada que ver con eso, si no que tiene que ver con amor propio, que cuando a veces todo se pone tan absolutamente negro, el amor propio me rescata a través de lo que me hago a través de la fotografía. Eso sí, hasta el momento, veremos qué otras sorpresas es que la fotografía pueda darme, así sin expectativa alguna, solamente sentirla, respirarla, que baile el ojo fotográfico, que el lenguaje fotográfico también se logre expresar mediante poemas y canciones, y más, quizás más. Veremos, aunque quizás solo sean fotos. Lo que sí sé es que muchos no merecemos en nuestros corazones a personas de corazón y espiritualidad míseras, así que todas las demás que aún no conozco, son bienvenidas.

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