viernes, 22 de diciembre de 2017

Paso a paso...


Por allí por los diez años de edad me fui percatando de que permanecer en Puerto Barrios para la secundaria, no era buena idea. En aquella niñez, no entendía por qué sentía que tenía que irme de mi tierra natal. Dos años después y se aclaró el tener que irme. Para esto, no sé cómo es que logré convencer a mis padres de que me dejaran ir a estudiar a Punta Gorda, Belice. Así que dentro de todas las locuras, allá estudié la secundaria. La adolescencia tuvo sus dinámicas, pocas que destaquen en saludable, y algunas obviamente embarazosas. El punto es que en aquel entonces, en esos años, la intuición era la que me indicaba cuando algo iba a salir mal y que tenía que irme a algún otro lugar, o a otro, o a otro.

Se avanza, ahora con unos achaques menos, que por temporales que puedan ser, hoy hay menos. Por los demás ocurridos este año, también ha tocado avanzar con determinación y firmeza, incluso en contra de corrientes, tormentas, huracanes, lágrimas, reclamos y demás, todo lo demás... Eso incluye las sentencias y condenas de parte de más dioses, sus discípulos, seguidores, "fans", allegados, asimilados, y no sé quiénes más. Es de agradecer que no ha tocado tener que defenderme, o al menos aún no me entero de si es necesario llegar a hacerlo. Hay que recordar de que cuando hay dioses que te odian, no tienes derecho ni a defenderte... Pero, ciertamente, la intuición aún me sigue funcionando, aunque a veces me haya gritado cuando ya tengo que irme. Es la intuición la que nos hace sobrevivir, y si ponemos atención, con la curiosidad también nos hace vivir.


Cuando toque nuevamente irme, a donde sea, ojalá que sea cerca o al lado de la mar, así, a lo que toque, como toque, pero que ojalá toque con sus respectivas cervezas.

"La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia". Carl Sagan.

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