lunes, 8 de enero de 2018

¿De realidades o hechos?


Vi (más de una sola vez) una película llamada "Burnt". El título que le dieron en español es "Una buena receta". No entiendo si la "traducción" hace referencia literal a una buena receta, o si tiene implicaciones sobre lo que es un equipo de trabajo, una familia de trabajo, o la creación de una familia-equipo de trabajo. Me gustaría pensar de que esa traducción va más en función de la "receta" para la conformación de un equipo de trabajo que llega a trascender a una amistad tal, en una armonía tal, en una conjugación tal, en una dinámica tal, que al final no hay egos, no hay un solo sobresalir, no hay competencia alguna, no hay protagonismo alguno, sino que es nada más un logro, una unidad maravillosa en la que las ideas y trabajo se conjugan en logros para todos.

Después de haber estado en diversos equipos de trabajo, hay ciertos momentos en los que se pudo haber llegado a esos momentos óptimos y eficientes de todos conocerse a sí mismos, que todos pueden anticipar sin complicación alguna, lo que es necesario hacer para continuar en esa unidad, quizás en esa sintonía independientemente de las diferencias. Nunca se trata de las diferencias o similitudes, es más probable de que se trate de las conjugaciones en las que las perfecciones no existen, sino la disposición total de nutrirse todos entre sí, de tal manera que si todos crecen en conjunto, tampoco es la prioridad, pues la prioridad resulta siendo ese compartir de los corazones.

Alguna vez alguien me dijo de que algo que fundamentalmente extrañaba de un país asiático es que, independientemente de las diferencias, los amigos se conservan. En Guatemala no ocurre eso. Triste. Acá el ego y el poder, así como la influencia de la popularidad (otra manifestación de poder), ponderan total y absolutamente, en especial y particularmente, con casos en los que la astucia de rasgos narcisistas reinan con el mínimo de doble moralidad. O, más bien, pseudo-moralidades en las que la diversidad es tanta como las perspectivas que conllevan a conclusiones a partir de prejuicios y pseudo-juicios. Esto es probable que sea uno de los efectos de décadas de absolutismo solapado en este país, que el daño es tanto que arruina muchas posibilidades de que pueda darse una evolución constructiva, o regeneradora.


Como analogía, no cualquiera ve a través de los colores, porque incluso a través de los colores, no necesariamente se observan los diversos matices. No obstante, no cualquiera pudo haber deducido o inferido el procesado en blanco y negro. De manera similar a la fotografía en color, no cualquiera hubiera podido deducir o inferir la diversidad de grises. Eso es nada más en lo que respecta a color, o no, pero tampoco cualquiera puede discernir alguna deducción o inferencia a partir del cuadro en el que aparece un árbol de coco (o palmera de coco, o Cocos nucifera, o como sean los hechos) y lo que ocurre en el cielo. Aparte, no cualquiera puede deducir o inferir la localidad de dónde es que fue hecha la foto, ni dónde fue editada, no digamos qué es lo que significa la imagen para quien hizo la foto. Es decir, para mí. Algo de todo lo anterior, sino todo, puede llegar a ser conocido por quienes realmente nos conocemos y el por qué y para qué es que me surgió hacer esa foto. En lo más noble, sí se pude deducir algo o bastante de la foto, de corazón a corazón, independientemente de las diferencias, pues no cualquiera piensa, no cualquiera siente, y al son de Don Eduardo Galeano, no cualquiera es sentipensante. No es exclusividad, es nada más la particularidad de corazones a corazones.

La rebeldía de humanidad, esa que es de corazón a corazón, me recuerda de tantas personas tan hermosas que luchan por no solamente el sobrevivir, sino por el ojalá vivir.

"Para quien ama la lisonja, es enemigo quien no es adulador", Fray Benito Jerónimo Feijoo.

"Cuando se reúnen los aduladores, el demonio sale a comer", Proverbio inglés.

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