lunes, 31 de diciembre de 2018

De años...


Va finalizando el 2018, y en este recuento de tanto, aún no se compara como todo lo vivido en el 2017. Hubo muchas pérdidas, varias personas de gran aprecio a quienes nunca volveré a ver, porque fallecieron. Otras, supuestamente vivas, en su mayoría, viven en su narcisismo clásico de capitalinos para quienes el pedigrí es de esencial eje de vida. No entiendo eso, ni sé si debiera intentar entenderlo. Lo que ciertamente sí entiendo de ese tipo de personalidades, que lamentablemente abundan en este país, que nunca explican nada, solamente justifican su actuar, con la usual tergiversación a su antojo de los hechos, incluso cuando mi propia vida estuvo en riesgo. Para nada basta que vida alguna pueda peligrar, es simple y sencillamente la vocación de tener que estar a servicio de ese tipo de personalidades, cuando para mí fue haber creído que las hermandades existen y por lo tanto siempre colaboraría en proteger a quienes he amado, si es que era de proteger, porque para mí era más el compartir. Cierto, siempre hay gente que estafa hasta el corazón. Y, gracias a que aún hay amigos genuinos, todo resulta un poquito más llevadero, hasta todo lo estafado, tanto material como espiritualmente. Tiendo a tener menos creencias, mas estas queridas amistades, siempre le dan un valor hermoso a la vida misma.



Lo más complicado de este año es una reiteración de cómo se premia a los "bullies", como parte de una tradición tal que parece milenaria, a tal punto que un caso me resultó hasta en amenaza de muerte. Otra más. En fin, esto de no quedarme callado siempre tiene implicaciones nefastas para ese tipo de personas, o personajes. La libertad de expresión es una utopía, y por eso no callar me resulta en más reputación de ser conflictivo. Ser algo inconforme ya en sí implica ser conflictivo, no digamos cuando he cuestionado a los "dioses", pero peor aún cuando no tengo razón alguna para obedecerlos. Por allí vienen mis condenas, mis sentencias, por haber tenido que defenderme, que resulta lo peor que se le puede hacer a los "dioses". A veces también tengo la impresión de que los "dioses" compiten entre ellos, en crear infiernos, unos tras otros, manipulando a sus "groupies", seguidores, discípulos y demás creyentes, así que toca aprender a navegar en esos infiernos con la esperanza de que algún día se acaben. Y si no hay esperanza, abunda la voluntad.


Igual, algo de todo lo paralelo es que Guatemala no deja de ser un hermoso país, no solo porque siempre hay gente de hermoso corazón, de genuina y noble voluntad, sino porque nomás es así. Es así en el país en el que hasta el corazón te pueden estafar.


La batalla más digna y noble en contra de la muerte en vida es avanzar, aprender, evolucionar y seguir viviendo, no siempre en orden alguno.












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