miércoles, 1 de enero de 2020

De frío...



Tenía frío. Esa chumpa estuvo en una serie de cosas, maletas y más que se puso a la intemperie, gracias a un pariente de inmediata relación genética. No tengo idea de por qué esta chumpa estuvo allí, entre esas posesiones mías, junto con varias corbatas que fueron de mi padre y que hubo muchas otras fotos, medallas de natación y no recuerdo qué más que no fue puesto en plena calle. Esto sucedió a inicios de junio del 2017. Pocos meses después, una supuesta amistad desechaba tanto más, incluso dijo no quitarse la vida solamente por uno de sus perros, como si la amistad y su familia no valieran tampoco la vida misma. En fin, las personas suicidas sí se terminan quitando la vida, por lo que sea que haya sido que hayan tomado esa decisión. Simplemente lo hacen. Justo o no, nomás lo hacen. Lo único que queda es respetar esas decisiones y honrar lo bueno que nos dejó el saludable compartir con ellas. 

Empero, eso de incluso simbólicamente ponerme en la calle nomás reiteró que en el centro de mi genética familiar lo valioso era ser un trofeo, dado aquello que no pusieron en las calles, como aquellas medallas de natación y muchas fotos de las cuales hay muchas que las hice cuando era muy niño. Trofeos para ellos, historia para mí. Perspectivas abismalmente diferentes. En el fondo eso realmente no dolió, lo que dolió fue la burla de que no llovió, que qué bueno que no había llovido. La burla también se me hizo al día siguiente, por vía telefónica. Eso sí dolió cruda y fuertemente. 

Así pues, en todo aquello que sí resultó en la calle, estuvo la chumpa que tengo puesta en la foto. Ella, desechada y puesta en la calle, encontró a quién quitarle el frío, o bien colaborar en mantenerme con una cómoda temperatura corporal. Salud por lo pasado, salud por el hoy, por el mañana y por lo que toque que venga. 


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