domingo, 13 de septiembre de 2020

Don Julio...


La primera vez que lo conocí fue en el 2000, en el primer trabajo super serio que tuve, en el CONAP REGIÓN VIII, sí, así tenía que indicarse. Gajes de oficialismo, supongo. No sé. Pero, algo así. No obstante, Julio en ese año fue un gran mentor, compartimos mucho con él y con otros compañeros. Él fue parte de una gran escuela. Con el pasar de los años, en uno de varios momentos que coincidíamos en alguna parte del maravilloso Petén, para variar, me compartió que era diabético. Fue en el Mayan Mall que nos encontramos, y allí me contó esa noticia. Le comenté que dado que inicialmente empezaba con la diabetes, que por supuesto, como con todo, la nutrición era fundamental. Le conté el caso extenso de mi madre, y le comenté que solamente él podía decidir si quería cuidarse o no. En eso, surgió un tipo, una de las supuestas autoridades de conservación, se paró al lado de Julio, y de manera altanera se impuso a la conversación. Por supuesto que ya no pudimos seguir conversando con Julio. Me despedí. 

Pasaron otros meses, quizás, o no, pero cada ocasión en la que nos encontrábamos el tema era su diabetes, que la iba controlando. La última vez que nos vimos fue en el 2019. Seguro que nos hubiéramos visto este 2020, de no ser porque la pandemia hizo cambios drásticos en cuanto a mucho. Pero, lo que sí es que la muerte se llevó a un erudito de la naturaleza, del manejo forestal, del manejo de vida silvestre, del conocimiento amplio de ornitología, mastozoología, dendrología y tanto más, porque más que todo lo que sabía y compartía, fue un genial y admirable compañero. Su nombre completo era Julio Alfredo Madrid Montenegro, pero decía, no, solo Julio.

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