jueves, 7 de julio de 2016

De mujeres (IV)...


Algunos días atrás fui invitado a visitar unos álbumes de fotos de un montón de aspirantes a un título de belleza, o no sé cómo se supone que es el nombre oficial del concurso, pero algo así, de esos de belleza. Dado que se me había dicho que las fotos habían sido hechas por fotógrafos artísticos me atreví al reto de verlas, sí, las fotos. Yo mismo he hecho alguna que otra foto de señoritas concursantes de certámenes similares, que no me resulta difícil retratar, pues son conversaciones con una cámara de por medio. Al menos así me resulta cómodo retratar, conversando, tratando de retratar sus expresiones conforme a su personalidad.

En fin, vi fotos, muchas, de las concursantes. Lo único en lo que puedo pensar es que no sé si he logrado hacerle justicia a todas las personas que he retratado. Quizás esperaba ver propuestas artísticas, pero prefiero retirarme a una fotografía que trata de hacer justicia. Cada evento de ese tipo, obviamente tiene su propia naturaleza derivada de un patriarcado muy generalizado. Seguro que deben haber contrapropuestas y seguro de que hay posibilidades en las que se trata de romper ese patriarcado con otras dinámicas en las que no se tiene nada que ver con el patriarcado, sino con la integridad, plenitud, congruencia, coherencia, consistencia, entereza, seguridad y auto-estima de cada mujer, y ojalá de cada hombre.

También, por lo que entiendo, el trabajo lo hicieron ad honorem con tal de compensarles mucha promoción. Parece que la hay, por todos lados, hasta de las patojas. Vi fotos que nomás me hacen pensar si las patojas realmente posaban de esas maneras por decisión propia, por libertad propia. Si todo también implica la decisión de cada una, ya podría ser otra serie de historias, pero algo me indica de que no. En lo personal, yo no podría decir que quiero denigrar a patojas como si son carne que se pone en oferta en algún mercado. Quién sabe si algún día alguien se dará cuenta, aunque es muy probable de que no les interesa reflexión alguna, porque a veces la fama nutre lo que más ceguera causa. Lo raro también es que no hay fotógrafas, solo fotógrafos.

Pero, ¿qué jodidos sé, cuando al menos sé que nada sé?





















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